Una buena organización del aula, fomentar la autonomía y el juego simbólico o
estimular el resto de sentidos son básicos para alumnos con este tipo de
discapacidad.
El 80 por ciento de la información que recibimos es a través de la visión ¿te
imaginas el reto que supone a los niños con discapacidad visual adquirir los
aprendizajes escolares? ¿O que se sientan seguros en un entorno tan dinámico
como la escuela?
Desde UNIR te damos las pautas para abordar la discapacidad
visual en el aula y estimular a tus alumnos con necesidades educativas
especiales.
Sin duda, está en manos de los educadores y el centro cubrir las necesidades
educativas de estos alumnos. ¿El primer requisito? Conocer a fondo las
características de estos estudiantes y ofrecerles una respuesta educativa de
calidad.
Tipos de discapacidad visual
Para valorar el grado de pérdida de visión se evalúan dos dimensiones: la
agudeza visual y el campo visual. La agudeza visual es la precisión con la que
observamos los objetos a una distancia. El campo visual es el espacio al que
abarca nuestra visión (180 grados) cuando mantenemos la vista fija en un punto,
es decir: la visión periférica.
No obstante, la nueva Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11)
diferencia cuatro grados de discapacidad visual en base a la agudeza visual, que
se representan a través de una fracción. La clasificación sería la siguiente:
-
Leve (agudeza visual inferior a 6/12).
-
Moderada (agudeza visual inferior a 6/18).
-
Severa (agudeza visual inferior a 6/60).
-
Ceguera (agudeza visual inferior a 3/30).
Como es de suponer, el desarrollo cognitivo y social de un niño que conserva
restos visuales no es el mismo que el de uno que padece ceguera completa.
Además, la estimulación sensorial previa a la escolarización es determinante
para su evolución. Por lo tanto, las medidas educativas tomadas por el centro y
en el aula deben ajustarse a las Necesidades Educativas Especiales (NEE)
personales de cada alumno.
Las NEE de los alumnos con discapacidad visual y pautas a seguir en el aula
Imaginemos un profesor al que le vendan los ojos el primer día que imparte clase
en un nuevo centro escolar. Pasillos, escaleras, gritos. Un empujón. Otro.
Pupitres descolocados, mochilas en el suelo, más gritos… «Sentaos que empieza la
asamblea». «¡Profe, Marco me ha tirado el abrigo!». Veinte alumnos, veinte
sombras, o mucho peor, una pesada oscuridad envolviendo todo. ¿Quién es y dónde
está Marco?, ¿qué está haciendo?
A cualquier adulto le resultaría una situación estresante, como mínimo. Nada que
ver con ese entorno seguro y relajado que va a propiciar un buen aprendizaje.
Ahora pensemos en el alumno con NEE: ¿cuáles son las principales necesidades que
se deberían cubrir para mejorar el día a día de los alumnos con problemas de
visión?
Tener una buena organización en el aula y en el centro
Si el entorno permanece, en la medida de lo posible, estable será más fácil para
el alumno orientarse y desplazarse por sí solo.
Enseñarle a ser autónomo
No solo a la hora de moverse por el centro, también en su cuidado personal o el
uso del material escolar.
Desarrollar su capacidad visual
Si el niño posee restos visuales, por mínimos que sean, el educador debe
aprovecharlos. La percepción visual también se puede aprender. De hecho, la ONCE
cuenta con diversos programas de estimulación visual para edades tempranas,
entre ellos, el programa EVO para niños de entre 4 y 13 años.
Además, en el aula ordinaria se debe cuidar la luz y la presentación de los
materiales. Por ejemplo, ampliando las imágenes en las pizarras electrónicas o
permitiendo al alumno que use el ordenador.
Estimular el resto de sentidos
Es fundamental la estimulación del resto de sentidos del alumno, especialmente
el táctil, para que pueda absorber toda la información que le rodea. Es
importante disponer de material para trabajar el tacto — por ejemplo, de fichas
en relieve —: un paso previo para el aprendizaje del sistema de lectoescritura
con braille.
Fomentar el juego simbólico
Los niños ciegos muestran mayores dificultades y retraso a la hora de
desarrollar la capacidad de representar los objetos en su mente. Desde la
escuela y en el seno de la familia es prioritario que se ayude a trabajar la
imaginación. En este sentido, es recomendable ofrecer al niño juguetes que
representen objetos reales e ir introduciendo algunos más abstractos. Los juegos
de rol con el educador también le ayudarán a construir situaciones y diálogos
ficticios.
Potenciar el trabajo en grupo
Además de facilitar la inclusión del alumno en el aula, el trabajo cooperativo
con sus iguales mejorará sus competencias sociales y sus habilidades
comunicativas. El niño aprenderá a identificar las emociones de los otros por
vía auditiva y a normalizar el contacto físico con sus compañeros.
Contar con docentes cualificados en discapacidad visual
Los profesionales especializados marcan, sin duda, la diferencia en los centros
donde hay alumnos con NEE escolarizados. Estos docentes garantizan el acceso a
la enseñanza de los niños y que estos se puedan desarrollar íntegramente como el
resto de sus compañeros.
Actividades para el aula
Si bien es fundamental cubrir necesidades básicas como las mencionadas
anteriormente, los docentes deben además desenvolver en el aula actividades
inclusivas en las que puedan participar tanto alumnos con discapacidad visual
como aquellos compañeros que no la tienen.
En los primeros se podrá generar un sentimiento de integración e igualdad, y
entre todos formar un vínculo de unión y respeto.
Para ello se pueden poner en práctica alguna de las siguientes actividades:
Reconoce el objeto
Este juego, ideal para los estudiantes más pequeños, consiste en que los alumnos
reconozcan los objetos que se les van repartiendo. Lo recomendable es que sean
de diferentes texturas, sonidos y tamaños. A los niños que no tengan
discapacidad visual el maestro deberá vendarle los ojos para que todos
participen en igualdad de condiciones.
Además de fomentar la imaginación y memoria, se estimula la motricidad y la
capacidad de percepción en los menores.
¿De dónde viene?
En una aula grande el docente colocará audios con el sonido de un animal o de
elementos de la naturaleza como lluvia, truenos, etc. Como en la acción
anterior, se le vendará los ojos a los niños sin discapacidad visual y se harán
grupos de dos o tres alumnos para que participen en el juego.
Una vez listos, el profesor reproducirá un sonido y los niños deberán ir hacia
el lado del aula de donde creen que proviene. El docente les irá entregando un
dibujo del elemento que se ha representado y finalmente ganará el grupo que más
aciertos coleccione.
Con este juego se fomenta el trabajo en equipo y la toma de decisiones, además
se promueve la orientación y el desarrollo de la capacidad auditiva.
Goalball
Actividad ideal para desarrollar en momentos de recreo o bien cuando toca día de
actividades deportivas.
Este juego paralímpico, que permite impulsar las habilidades sociales de los
niños con discapacidad visual, se desarrolla a través de dos equipos, de tres
jugadores cada uno, y se utiliza una pelota con cascabeles en su interior para
poder seguir su movimiento por el sonido.
La meta del juego es marcar goles en la portería contraria, desde el propio
campo, mediante el lanzamiento del balón con la mano, algo similar a los bolos
ya que la pelota debe de ir al ras del suelo.
Tanto los niños con discapacidad visual o sin ella llevan los ojos vendados para
jugar en iguales condiciones y agudizar su concentración.
El guía
Esta actividad permite desarrollar la orientación espacial y la motricidad
gruesa. Para desarrollarlo solo se necesita una silla, colocada aproximadamente
a un metro de distancia del niño.
El objetivo es que el alumno logre sentarse en la silla solo con las
indicaciones que le de el maestro, que será el guía. Posteriormente, los propios
compañeros podrán hacer de guías, siempre bajo la orientación del docente, y así
lograr que todos sean parte de la experiencia.
El acróbata
Para mejorar el equilibrio y la postura corporal, la actividad del acróbata es
la más recomendada, además de divertida.
Los niños deben seguir las indicaciones que les diga el maestro, como por
ejemplo levantar una rodilla hacia adelante y luego tocar la rodilla con el
brazo contrario o elevar los brazos y levantar una pierna y mantenerse.
Matemáticas táctiles
También se pueden aprovechar recursos como piezas de dominó, bloques y figuras
geométricas para aplicar a la enseñanza en el aula y desarrollar clases de
matemáticas táctiles.
Aplicado a conceptos básicos, este método de enseñanza permite ayudar a niños,
con y sin discapacidad visual, a comprender mejor ciertos conceptos matemáticos
como la suma, resta, división, abstractos o multiplicación.
El código secreto
Recomendado para niños con un poco más de edad y para desarrollarse en un
espacio amplio, ya que se debe crear un circuito.
La actividad se hace en parejas y solo uno lleva los ojos vendados, siendo el
otro compañero el que actúa como guía a través de un código secreto estipulado
entre ellos. Mediante este código – compuesto por colores, indicaciones o sonidos
como el maullido de un gato, el tic tac de un reloj… – es como se irá avanzando
hasta la meta.
Con este juego se refuerza el sentido del compañerismo, la confianza y se
desarrolla la memoria, al tener que recordarse de los diferentes códigos
establecidos.
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